jueves, 27 de marzo de 2014

La Resiliencia

"La experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede".
Aldoux Huxley


Al cientifico Stephen Hawking, un día la fatalidad le golpeó sin iramientos y quedó postrado en una silla de ruedas para el resto de sus días, pero no se hundió, sino que paradojicamente salió fortalecido del trauma vivido.
Hay personas que son capaces de resistir situaciones extremas y salir fortalecidos de ellas.


¿Cómo enfrenta la gente los eventos difíciles que cambian su vida? ¿Cómo reacciona a eventos traumáticos como la muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo, una enfermedad difícil, un ataque terrorista y otras situaciones catastróficas?  Generalmente, las personas logran adaptarse con el tiempo a las situaciones que cambian dramáticamente su vida y que aumentan su estado de tensión. ¿Qué les permite adaptarse? 
Es importante haber desarrollado resiliencia, la capacidad para adaptarse y superar la adversidad. Ésta se aprende en un proceso que requiere tiempo y esfuerzo y que compromete a las personas a tomar una serie de pasos.
American Psychological Association
Qué es la resiliencia.


La resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras. 

Es dinámica, varía a lo largo del tiempo de acuerdo con las circunstancias. Con el desarrollo del individuo o del sistema y con la calidad de estímulos a los que están expuestos. 
 No es una característica que la gente tiene o no tiene. Incluye conductas, pensamientos y acciones que pueden ser aprendidas y desarrolladas por cualquier persona.
Ser resiliente no quiere decir que la persona no experimenta dificultades o angustias. El dolor emocional y la tristeza son comunes en las personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas. De hecho, el camino hacia la resiliencia probablemente está lleno de obstáculos que afectan nuestro estado emocional.
Para nutrirse y fortalecerse requiere del apoyo social y de la disponibilidad de recursos, oportunidades y alternativas de ajuste como factores protectores.
Factores a desarrollar.
Uno de los factores más importantes en la resiliencia es tener relaciones de cariño y apoyo dentro y fuera de la familia. Relaciones que emanan amor y confianza, que proveen modelos a seguir, y que ofrecen estímulos y seguridad, contribuyen a afirmar la resiliencia de la persona.

Click here.
1- Autocontrol,  aprender a conocernos, aceptarnos y valorarnos de manera realista y comprensiva que puede estar facilitada por la introspección.
2- Locus de control interno: permite hacerse responsable de lo que nos sucede, sentir que controlamos nuestra vida y actuamos en consecuencia,  no depositas esperanzas sólo en factores externos.
3- Desarrollar una equilibrada autoestima: Autoconfianza, autoimagen positiva/equilibrada (aspectos positivos/negativos) y sentido humor: mirada positiva y estar abiertos a las infinitas posibilidades que se nos abren (pensamiento positivo).
4- Motivos para actuar/vivir: se alimentan de pasiones o vocación. Orientan la energía hacia el talento y el bienestar en  aquello que nos gratifica y sobre lo que tenemos habilidad o dominio. 
5- Flexibilidad: Creatividad para movilizar nuevos tipos de recursos para la solución de problemas,  aceptan el cambio como parte esencial de la propia vida que viven; es decir, de su propia existencia. 
6- Orientación al logro y perseverancia: buscan mejorar sus comportamientos de forma continua, actuando con energía para poder conseguirlos. La energía que dedican a lo consecución de sus objetivos es base del éxito en su consecución.
7- Equilibrio afectivo y relaciones personales positivas: Personas con vínculos afectivos solidos , empatía elevada y manejo adecuado de las relaciones interpersonales que permiten tener redes sociales que proporcionan sentido de pertenencia y ayuda concreta.
DESARROLLO DE LA RESILIENCIA EN NIÑOS  EN SITUACIONES DE ESTRÉS
Parte 1.
Leo Wolmer

Parte 2
Características de los niños Resilientes:

Estos niños suelen responder adecuadamente frente a los problemas cotidianos, son más flexibles y sociables, predominancia de lo racional, buena capacidad de auto-control y autonomía.
En cuanto a lo familiar, no han sufrido separaciones o pérdidas tempranas y han vivido en condiciones económicas y familiares relativamente estables presentando con frecuencia características de personalidad o habilidades entre las que se puede mencionar:

  • Adecuada autoestima y autoeficacia.
  • Mayor capacidad de enfrentar constructivamente la competencia y aprender de los propios errores.
  • Mejores y más eficaces estilos de afrontamiento .
  • Capacidad de recurrir al apoyo de los adultos cuando sea necesario.
  • Actitud orientada al futuro.
  • Optimismo y mayor tendencia a manifestar sentimientos de esperanza.
  • Mayor coeficiente intelectual.
  • Capacidad empática.
  • Accesibilidad y buen sentido del humor.
Estos rasgos y habilidades pueden verse reforzados por la influencia positiva del medio familiar y el apoyo de otros adultos significativos en la vida del niño. Según Loesel (1992) los niños resilientes suelen vivir en un clima educacional abierto y con límites claros; cuentan con modelos sociales que motivan el enfrentamiento constructivo, comparten responsabilidades sociales y se ven estimulados por la existencia de expectativas de logros realistas por parte de los adultos.



Características de los Jóvenes Resilientes:
Muestran también una serie de características que se asocian directamente con la capacidad de afrontar adecuadamente los problemas cotidianos, las cuales se relacionan con el propio desarrollo personal.
  • Adecuado control de emociones en situaciones difíciles o de riesgo, demostrando optimismo y persistencia ante el fracaso.
  • Habilidad para manejar de manera constructiva el dolor, el enojo, la frustración y otros aspectos perturbadores.
  • Capacidad de enfrentar activamente los problemas cotidianos.
  • Capacidad para obtener la atención positiva y el apoyo de los demás, estableciendo amistades duraderas basadas en el cuidado y apoyo mutuo.
  • Competencia en el área social, escolar y cognitiva; lo cual les permite resolver creativamente los problemas.
  • Mayor autonomía y capacidad de auto observación.
  • Gran confianza en una vida futura significativa y positiva, con capacidad de resistir y liberarse de estigmas negativos.
  • Sentido del humor flexibilidad y tolerancia.


Ambientes que Favorecen la Resiliencia:

  • La presencia de adultos accesibles, responsables y atentos a las necesidades de niños y jóvenes. Pueden ser padres, tíos, abuelos, maestros u otras personas que muestren empatía, capacidad de escucha y actitud cálida. Además es importante que expresen su apoyo de manera que favorezca en los niños y jóvenes un sentimiento de seguridad y confianza en sí mismos .
  •  La existencia de expectativas altas y apropiadas a su edad, comunicadas de manera consistente, con claridad y firmeza. que le proporcionan metas significativas, lo fortalezcan y promueven su autonomía, y le ofrezcan oportunidades de desarrollo.
  •  La apertura de oportunidades de participación: los adultos protectores son modelo de competencia social en la solución de problemas, pudiendo proporcionar oportunidades para que los niños y adolescentes participen y en conjunto, aprendan de los errores y contribuyan al bienestar de los otros, como parte de un equipo solidario y participativo.
Greenspan (1996) enumera una serie de condiciones familiares que favorecen el desarrollo de la resiliencia en niños y jóvenes:

  • Dentro del sistema familiar: normas y reglas claras y respeto a las jerarquías.
  • Apoyo entre los miembros de la familia como costumbre
  • Estrategias familiares de afrontamiento y eficacia.
  • Práctica de un estilo de crianza, donde el adecuado uso del tiempo libre, la internalización de valores, al amor y el respeto enmarcan el estilo de vida de los hijos.
  • Expectativas positivas de los padres sobre el futuro de los hijos.
  • Responsabilidades compartidas en el hogar.
  • Apoyo de los padres en las actividades escolares de los hijos.
  • Oportunidades de desarrollo y responsabilidades extrafamiliares (voluntariado, trabajo, estudio, etc)


LEER MAS...





miércoles, 26 de marzo de 2014

Las valiosas emociones

No olvidemos que las pequeñas emociones son los capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin siquiera darnos cuenta. 
 Vincent Van Gogh.

Las emociones consideradas conflictivas por nuestra sociedad son en realidad valiosas señales que remiten a problemas latentes. Por eso, escucharlas y dejarse orientar por ellas implica convertirlas en un instrumento productivo. Así, el miedo señala una desproporción entre una amenaza y los recursos con que se cuenta para resolverla, el enojo es el resultado de un deseo frustrado por algún obstáculo, y el sentimiento de culpa indica que hemos transgredido alguna norma de nuestro código moral. Sólo si aprendemos a interpretar adecuadamente la información que nos aportan estas emociones “negativas”, podremos llegar a aprovecharlas para localizar los problemas subyacentes y empezar a actuar para solucionarlos.

Una explicación my acertada e interesante del Dr Norberto Levy














miércoles, 12 de marzo de 2014

Vampiros emocionales o gente tóxica

"Mala gente que camina y va apestando la tierra"
Antonio Machado.


 ¿Existe alguien que evitas o rehúyes, sea en persona o por teléfono? ¿A quién te cuesta mucho trabajo devolverle una llamada, porque la sola idea de hablar con él o ella te cansa? Después de compartir con cierta persona, por `agradable’ que haya sido el encuentro, ¿te quedas tenso/a, molesto/a o agotado/a… y muchas veces ni siquiera entiendes por qué?

Pero…,es que puede ser un desconocido… o un ser querido: el padre, el esposo o el mejor amigo. De igual manera, la relación puede ser cercana o distante; la persona agradable o desagradable… pero el efecto que tiene sobre ti siempre es tóxico.

Te busca para descargar toda su negatividad y todos sus problemas encima de ti,  la típica persona que te envuelve, te absorbe, te manipula, se desahoga, y luego se va, dejándote totalmente debilitado y agotado anímicamente.

 Tienen la capacidad de exasperarte; ven el mundo de forma diferente a la generalidad. Sus percepciones están distorsionadas por sus anhelos de objetivos inmaduros e inalcanzables. Necesitan la atención completa y exclusiva de todo el mundo. Ellos se rigen por otras reglas sociales. Es importante que las conozcas para que no te engañen.

  •  Los demás están para satisfacer sus necesidades
  • Su idea de justicia es obtener lo que quieren cuando lo quieren;
  • En las relaciones interpersonales “los vampiros” reciben, pero nunca dan;
  • Ellos nunca cometen errores, nunca se equivocan y sus motivos son siempre puros, nunca es culpa de ellos, por tanto nunca asumen la responsabilidad de su propia conducta y cuando no se salen con la suya son capaces de hacerle la vida imposible a las personas que le han negado algo.  
Una persona tóxica es aquella que, en la relación interpersonal, desgasta, intimida, cosifica al otro, lo culpabiliza, lo ningunea.
Existen diferentes tipos de personas “tóxicas”, cada una de las cuales usa un mecanismo de actuación distinto.
Los negativos, los quejosos, los criticones, los quejosos, los débiles indefensos, los sarcásticos, los catastróficos...


click here
1. El sociópata
Si lo reconoce a tiempo, huya. Sin dudarlo. Es el más peligroso de los seres tóxicos. De entrada cae excelentemente, regalándonos el oído, pero miente sin pestañear para conseguir lo que quiere. Carece de escrúpulos, es incapaz de asumir responsabilidades, y los sentimientos y derechos de los demás no le interesan lo más mínimo. Ni el sentido común: si le conviene, no duda en contradecirse. Su palabra favorita es 'yo'; es engreído y se jacta de todo. ¿El mejor modo de reconocerlo? Mire bien su rostro; no mueve un músculo, no expresa emociones. Y es que no las siente en absoluto. Por eso, su mejor defensa no se lo piense dos veces es una huida inmediata.


2. El mediocre
La desidia y el pasotismo son muy contagiosos. De ahí la importancia de mantener la guardia en alto ante esta categoría de individuos tóxicos. Pese a que no suelen hacer daño más que a ellos mismos, los mediocres pueden envenenar también a las personas más abiertas y vitales si logran convencerlas para ver la vida desde su punto de vista. Su toxicidad puede lograr incluso que uno acabe yendo a trabajar cada vez más desmotivado, en una burbuja de depresión. ¿La solución? Recordar siempre que la elección de nuestros compañeros de ruta depende solo de nosotros.

3. El arrogante presuntuoso
Soberbios, vanidosos y pedantes, los tóxicos de esta especie están convencidos de estar siempre en lo cierto y de tomar, sin margen de error, las mejores decisiones. Si no ganan, empatan. ¿Perder? Jamás. Siempre tienen preparada una respuesta, sobre cualquier tema, hasta el punto de memorizar grandes frases para soltarlas en el momento adecuado y parecer mejores que los demás. Desde luego, reciben las opiniones ajenas con suficiencia. «¿Estás realmente seguro?» es su frase típica. Déspotas intelectuales, aman pontificar, y cualquier medio es bueno para mantener viva la atención de los otros, porque que nadie lo dude solo sus opiniones importan. Si les toca escuchar, suspiran, hacen gestos, muecas, expresando que también sobre eso tienen una opinión; y, desde luego, mejor. En el trabajo intentan convencer a todos de que son indispensables, pero el creerse perfectos los hace equivocarse con frecuencia. Alentados por su errada autopercepción, se hacen daño ellos solos: un buen grado de autoestima es indispensable, pero tener más de la cuenta los vuelve ciegos ante sus errores. Hasta que un día 'ven', aunque no lo confiesen. Pero suele ser demasiado tarde.

4. El victimista
Convencido de que el mundo un lugar terrible está en su contra, rezuma negatividad por cada poro, regodeándose con su mala suerte pero sin hacer nada para cambiar las cosas ni su propia situación. Su resentimiento contra todo es tan intenso que contagia con su pesimismo a quien lo escucha. Aunque lo peor de sus dotes es una enorme habilidad para que los demás nos sintamos culpables de su situación desesperada.

5. El humillador
Es uno de los tóxicos más odiosos y temibles.Goza rebajando a sus víctimas hasta desequilibrarlas emocionalmente. Encuentra auténtico placer en ello. Finge ser nuestro amigo y querer ayudarnos, pero en verdad solo recaba datos sobre nuestros defectos para dejarnos mal a los ojos de los demás. Jamás se quita la máscara, a menos que alcance una posición de ventaja sobre nosotros. Entonces sí, no duda en llegar incluso al insulto explícito y la humillación directa. A un tóxico de este calibre hay que vigilarlo con atención: sus continuos 'recaditos' pueden crearnos un sentido de inferioridad que nos pondría aún más en sus manos; si logra condicionar nuestra vida con sus actitudes, podríamos llegar incluso a convencernos de que lo hace por nuestro bien.

6. El envidioso
No le cabe en la cabeza que los demás triunfen por haberse sacrificado o haber trabajado con tesón y talento, y está siempre rumiando sobre lo que los otros tienen y él no. Siembra cizaña en forma de cotilleos llenos de malicia, rumores y críticas infundadas. En su versión más radical, busca directamente destruir a quienes envidia maltratándolos verbalmente y rebajando todos sus logros ante quienes los valoran. Para él, quien se mantiene en forma yendo al gimnasio no es más que un narcisista con la cabeza hueca; quien asciende, un pelota de los jefes o una ligera de cascos, y así sucesivamente. En el fondo, sin embargo, quien más sufre es precisamente él, que desea ante todo lo que nunca tiene. Y conseguirlo no resuelve su conflicto.

7. El agresivo verbal
Su primer objetivo es hacernos sentir débiles e ineptos. Ofensivo e intimidatorio, incluso su cara, cuando se enciende, resulta belicosa, igual que su tono de voz, siempre atronador. Su violencia psíquica puede dejarnos una huella no menor que la de un maltrato físico. Intentar razonar con ellos es perder el tiempo: aunque un día exaltasen nuestra inteligencia, al día siguiente cuando más tranquilos nos encontremos podrían lanzarnos la pulla más brutal. ¿Consuelo? Estos seres tóxicos no saben entablar relaciones duraderas y terminan solas, abandonadas por todos quienes habían entrado en relación con ellos.


8. El jefe autoritario
Nuestro superior se vuelve un déspota que goza imponiendo su voluntad y necesita constantemente sentirse legitimado a base de humillar a quienes trabajan para él. Este tipo de personajes autoritarios mantienen el control atemorizando e insultando incluso al personal, hasta el punto de convertir en una insoportable carga lo que habría podido ser un proyecto interesante en el que implicarse. A menudo, estas personas autoritarias no se revelan como tales hasta que, por fin, obtienen el ansiado cargo directivo; un momento antes su toxicidad era insospechable. En los casos más extremos odian a quienes consideran inferiores y boicotean a los que destacan: nunca soportarían ser superados por un subordinado. Su afán de control es tal que llegan a inmiscuirse en el tiempo libre de sus empleados. ¿La mejor defensa? La ley, que ya reconoce el delito de 'mobbing'.

9. El cotilla maldicente
Es un especialista en crear mal rollo en el trabajo sin ningún remordimiento. Sus indiscreciones pueden comprometer a sus colegas más competentes, y todo sin el menor provecho para él, que se realiza solo con ser escuchado y ver que sus versiones cuelan. Nada ambiciona más que saberlo todo de todos, y si no lo sabe, exagera lo que cree saber o se lo inventa directamente, en lo que es un auténtico talento. ¿Su secreto? Hacer creíbles sus fábulas a partir de una enorme cantidad de detalles conocidos o, en todo caso, coherentes. Nuestra única defensa ante él es mantenernos a distancia y no contarle jamás nada.  En cualquier caso, cabe recordar que casi todos participamos alguna vez en la propagación de cotilleos, siquiera para comentarlos. Es útil un poco de autocrítica para no volvernos tóxicos a nuestra vez.

10. El neurótico
A muchos tóxicos podría calificárselos de 'malos', pero no a los neuróticos, que perjudican tanto a los demás como a sí mismos. Y, aunque pueden causar mal, no suelen tener maldad. Viven poniéndose metas inalcanzables y, si somos sus socios, esperarán lo mismo de nosotros. Su perfeccionismo se convierte casi siempre en manía y quieren controlarlo todo, incluyéndonos, desde luego, hasta el punto de recurrir las veces que hagan falta al chantaje emocional.Pero no son malos; al contrario, quisieran gustar a todo el mundo de un modo casi infantil. Fantasiosos y autosuficientes, no escuchan consejos, pero están más que dispuestos a prodigar su ayuda 'a todos'. Entre ellos, los peores son los supertóxicos castradores, los que nos ayudan solo para poder decirnos alguna vez: «Con todo lo que he hecho por ti, ¿y me lo pagas así?».



Los pasos claves:
No son malos, sino que su inmadurez les permite actuar sin pensar en si sus actos son buenos o malos. “Las estrategias más exitosas para tratar con los vampiros son precisamente las mismas que emplearías con tus hijos: establecer límites, estar preparado para las contingencias, ser consistente, mantener los discursos al mínimo, recompensar la buena conducta y soslayar la mala y, de vez en cuando, castigarlos”.

1. Reconocerlos.  De esta manera nunca te toma desprevenida, pues ya sabes cómo opera.

2. Mantener el balance interior. Para evitar el contagio, muchas veces entender por qué esa persona tiene ese efecto sobre ti, te ayuda a protegerte de su influencia negativa. Cuando sabes que es ella, y no tú, la que tiene un problema (porque es negativa, belicosa, catastrófica, etc.), puedes mantener una distancia emocional que te permite observar su comportamiento `desde afuera’, sin que te afecte.

3. Alejarte. Si esta persona no es esencial en tu vida, puedes diluir la relación. Muchas veces la costumbre nos `ata’ a amistades tóxicas.


4. Sanar la relación. Si la relación es importante para ti, decirle de qué manera te está afectando. No se trata de enfrentarla, herirla ni atacarla. En el momento oportuno, cuando ambas estén en buenos términos, debes llamarla aparte y dejarle saber que, justamente porque la quieres y valoras la relación, tienes algo que decirle.


leer mas...
Personas tóxicas

Decálogo para evitar a las personas tóxicas que te complican la vida.




martes, 11 de marzo de 2014

10 Claves básicas para elegir un buen psicólogo.

"Hablar es una necesidad, escuchar es un arte"
Goethe

En psicología existen muchas escuelas,  tratamientos o terapias que pueden no ser eficaces o ni siquiera científicos.
Hay mucho intrusismo.
Estas claves son básicas y  útiles para decidir a qué psicólogo acudir y si vale la pena que sigamos en nuestra terapia actual.


Click here


  1. ¿ Realmente es psicólogo?.
  2. No sólo es necesario ser psicólogo para abrir una consulta.
  3. Informarse bien sobre el tipo de terapia que utiliza.
  4. Comprueba si en las primeras sesiones hay una evaluación, un diagnóstico y una propuesta de tratamiento.
  5. Número, duración y frecuencia de las sesiones
  6. qué no es un tratamiento psicológico
  7. Tareas para realizar entre sesiones.
  8. Cómo es la relación psicólogo-paciente.
  9. Tienes derecho a tener respuestas: pregunta, pregunta.
  10. Ejerce tus derechos.


Para qué sirve un Psicólogo.

"Se intentan solucionar problemas, no se hacen milagros".

Hay psicólogos por todos lados, en los deportes, los club de fútbol, hasta en los programas de la TV. En cualquier aspecto relacionado con el ser humano y su conducta, allí está la labor de un Psicólogo, los ámbitos son muchos.



En el ámbito educativo colabora en los métodos de aprendizaje,en las técnicas de estudio, en la evaluación del alumnado, en la detección de problemas  y la orientación a tutores y padres


En el ámbito empresarial, en los departamentos de Recursos Humanos, dedicadas al estudio del comportamiento del trabajador, buscando la satisfaccción laboral que conlleve una mayor productividd. En la selección de personal, elaborando un perfil del empleado adecuado para cada puesto, con la pretensión de elegir al trabajador idóneo, buscando la satisfacción de ambas partes. 

En cuanto al campo judicial, realizando peritajes en casos judiciales, como en casos de malos tratos, divorcios, asesinatos, etc. 

También en el deporte. La mentalidad de equipo, la motivación del deportista, la disciplina del entrenamiento, etc, todo para una buena preparación.

En el campo comercial, en todo lo que compete a las habilidades de comunicación, de persuasión, el lenguaje corporal, técnicas de venta en general. Y mucho más allá de los comerciales, los jefes de equipo o los delegados, usan estas técnicas en la formación y en la motivación de sus comerciales. 

En la actualidad,  la figura del psicólogo en situaciones de emergencia, donde las condiciones son catastróficas o trágicas, como inundaciones, terremotos, atentados. Son situaciones extremas, donde las personas están al límite y necesitan de una ayuda profesional para digerir y comprender (si es que esto puede hacerse) lo que están viviendo sin hundirse en una depresión o caer presas del pánico. 

La dedicación más conocida es la especialidad clínica. Para aquellas personas que tengan problemas como depresión, ansiedad, trastornos alimentarios (anorexia, bulimia, obesidad), obsesiones, fobias, insomnio, adicciones, hoy en día de todo tipo, droga, tabaco, juego, alcohol, Internet, etc. 

También hay dificultades que se dan en niños y adolescentes. Problemas escolares, desobediencia o mala conducta, miedos infantiles. Todos estos son complicaciones, por desgracia, muy cotidianas en nuestros tiempos.


Los Psicólogos: qué hacen y cómo nos ayudan
Sin embargo, es extraño que, en general, se desconozca el profesional al que se debe acudir cuando nos aqueja a nosotros o a algún ser querido alguno de los trastornos mencionados. A veces no es el desconocimiento sino otras causas, las que nos conducen en la dirección equivocada.

Sorprendentemente, no se acude con la premura deseada la mayoría de los casos, sólo lo hacemos cuando la situación es extrema. Cuando tenemos una molestia física, un dolor de espalda, de muelas, de cabeza, apenas esperamos unos días para ir a nuestro médico para poner fin a nuestro dolor. ¿Por qué no hacemos lo mismo cuando el sufrimiento no es físico? Tal vez sea porque lo llamamos personalidad o carácter y no nos molestamos por hacer nada por mejorar nuestra vida. Aprendemos a vivir con nuestro sufrimiento hasta que éste se hace insostenible.
 ¡Qué curioso es el ser humano!

Un genial vídeo titulado "Garra Rufa" que nos muestra de una forma metafórica cómo es el trabajo de los psicólogos y lo importante que es su labor

La gente que acude a un psicólogo no tiene por que tener una enfermedad grave, ni estar como se dice "loco", basta ser como la mayoría de la gente, gente que vive normalmente, pero que tiene problemas y/o preocupaciones, ya sean estos de relaciones personales, pérdidas, ansiedad, o miedos, por ejemplo

Los psicólogo han estudiado todos estos aspectos y han encontrado implicaciones y soluciones prácticas para ellos.
Pero existe un criterio claro que nos dice cuando es más necesaria la asistencia psicológica, y ese criterio es cuando la persona siente un malestar psicológico que interfiere en su funcionamiento, social, laboral, emocional.



sábado, 8 de marzo de 2014

NO SOY INVISIBLE

Dicen algunos que, a cierta edad, después de los cuarenta, nos hacemos invisibles, que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina, y que nos volvemos inexistentes para un mundo en el que sólo cabe el ímpetu de los años jóvenes. 

Yo no sé si me habré vuelto invisible para el mundo, es muy probable. Pero nunca como hoy fui tan consciente de mi existencia, nunca me sentí tan protagonista de mi vida, y nunca disfruté tanto de cada momento como ahora. 

Ahora sé que no soy la princesa del cuento de hadas y que no necesito que me venga a salvar un príncipe azul en su caballo blanco, porque ni soy una princesa, ni vivo en una torre, ni tengo a un dragón que me esté custodiando. 

Hoy me reconozco mujer, capaz de amar.

Sé que puedo dar sin pedir, pero también sé que no tengo que hacer nada, ni dar nada que no me haga sentir bien.   Por fin encontré, hasta ahora, al ser humano que sencillamente soy, con sus miserias y sus grandezas.  

Descubrí que puedo permitirme el lujo de no ser perfecta, de estar llena de defectos, de tener debilidades, y de equivocarme, de no responder a las expectativas de los demás y hasta hacer algunas cosas indebidas. Y a pesar de ello, sentirme bien.
 
Y por si fuera poco, saberme querida por muchas personas que me respetan y me quieren por lo que soy. 
Sí, así un poco loca, mandona y muchas veces terca. También cariñosa, platicadora, besadora, abrasadora y a veces por algún motivo, triste, porque también tengo mis momentos tristes, esos en que pongo mi cara larga con un aire de pensante y me da por llorar.  

Cuando me miro al espejo ya no busco a la que fui en el pasado, sonrío a la que soy hoy. 
Me alegro del camino andado, y asumo mis errores. 
 ¡Qué bien no sentir ese desosiego permanente que produce correr tras los sueños!
¡Qué bien! Ya aprendí a tener paciencia.
El ser humano tarda mucho en madurar, ¿verdad?  
 Hoy sé, por ejemplo, que no puedo retener el mar, aunque cuando estoy con él, quisiera nunca tener que dejarlo. Hoy sólo lo contemplo, me lleno de él, y cuando llega el momento de partir, me despido diciéndole: ¡Hasta pronto! 
También hoy sé que mis amigos y amigas son peregrinos del mismo camino, y que en cualquier momento nos encontramos y nos querremos. 
 Hoy sé que nadie es responsable de mi felicidad, sólo yo. 
Hoy sé que el viento extiende sus brazos cuando camino por la calle, y que sólo depende de mí sentirlo. 
Hoy sé que la vida es bella, porque la he visto partir ya muchas veces. 
Hoy vivo la vida así como es, bonita con sus “ires y venires”, con sus amores y desamores, con sus ratos de marea baja, con sus puestas de sol, con su ruido incesante.
Sólo quiero dejarla correr.
 No quiero pedirle nada.
Sólo quiero tener lo que yo me busque, sólo quiero lo que yo merezca. 

Hoy me doy cuenta que no soy una mujer invisible.